Ironiria

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Si andan boyando por aquí es porque van juntando claves. Disperso y juntando pedazos para construir la llave que abra el jardin bonoviano, conectando piezas a la máquina bonoviana para sutilizar la intensidad de los fluidos, haciendose ojos para captar lo que corre entre la vida, los juegos que se pasan por alto, esa creación despersonalizada que la representación ah obturado. Siendo la mente algo más del cuerpo, instrumento y no el centro; buscamos enterradas las palabras provenientes de los instintos: si bien sabemos sobre el desfasaje entre la emoción y la palabra que la designa, estamos atentos a señales-signo que aparecen de súbito y que habrá que desencriptar rompiendo el codigo masificado) realizando una conjunción con otros elementos del Gran Juego, ese que se le escapa a ojos no iniciados. Avant-Bardismo.
La escritura como un tejido, desobillar, meterse en enriedos, desatar nudos para desencriptar. El gato escribió con sus restos. Lenguaje de la caricia (sin acuerdo explicito) erogenización del cuerpo en vias de desorganización, lenta modelación del deseo: "Al acariciar al otro, hago nacer su carne por mis dedos." (Sartre, El ser y la nada) A diferencia de Sartre aqui no hablamos en persona sino en yosotros, "el otro" instaura la unidad específica orgánica que ya hemos desarmado. El sujeto es basura que quedó, meada de minino. Para ver como funcionan los juegos del deseo el olvido me tiene que permitir ser "el otro", el no-ser, devenir. Estamos de acuerdo con él en que somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Pero, al disfrutar tanto la disolución, el momento reflexivo que nos retrotrae a un dialogismo perpetuo duodivisor desentendiente desagrada a bonovo sin organismo, esa tierra desierta, de nadie, sustancia inmanente, el gran juego imperceptible, manifestándose oculto, a pleno mediodía.


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Ya en los primeros juegos uno se da cuenta que puede morir, y también volever a jugar (siempre primera vez) pero la muerte es parte del juego. Gusanos seremos, cucarachas de esta ciudad. Un jugador sabe que lo que más muere es la identidad, morír como potencia, dejar de ser para ser. Tenemos una afirmación trágica de la incerteza, pero nuestro intento, "impecabilidad de guerrero", no es detenida aún en el dolor, en el que nos regocijamos a veces. Con esto nos referimos a una singularidad de los gustos, una forma de sentir y responder a las tempestades, que todos temen o lo considerarían su propio ocaso. Hasta llegamos a sentir la vergüenza de otra manera, más liviana porque nos dice cuando callar y ya no es el peso de un condicionamiento (es inmoral). Conquistamos una distancia de las tripas revueltas que pone un velo de tinieblas a nuestro alrededor, la fealdad que Picasso veía necesaria, la tercer transformación al dibujar pasos de baile. Y es que lo retorcido, la basura, lo deforme e inentendiblemente loco (eso que es la pena del que espera un fín) fué para nosotros lo único valorable, lo que después de una larga metamorfósis nos mostró la "caverna detras de la caverna", una ironiria plenamente afirmativa que debe también aniquilar. Cuando el vuelo es lo bastante fluido, cuando somos el viento y la ola, accedemos al cielo alciónico (solo después de haber cazado y recolectado muchos pedazos de nuestros espejos rotos) rebosantes de bailes callejeros que tiran patadas a los autos. Este arte que demanda tiempo y alinea una luz fina en un gran caos que adquiere velocidad, este superar todas las imágenes para recrearse y crear nuestro oro de lo más bastardo, es el grán pedo que lanzamos en busca de la nariz que pueda soportarlo y disfrutarlo, ese olor a desorganización. Sabemos que no encontraremos aliados entre los civilizados, los progresistas o ningún buen hombre (los machos no existen para nosotros). Damos la impresion de ser "buenos" cuando sólo somos benevolos y escondemos un cínico, una nueva perversión.
Una embriaguéz mescalína en la que giran y conjunciónan circulos gigantescos, y se aprehenden colores diamantinos de las imágenes de pensamiento que, antes fragmentadas, nos introducen ahora en una turbulencia de los símbolos ya para nada circular. Cuidado con la claridad, muchos se conforman con algún revelado que nos dá la respuésta. Necesitamos una nariz sutil que capte matices, entrenada, para ver enrealidad un problema que antes no había sido captado. Y cuando lagrisa sobreviene, cuando las luces desencriptan una forma en espejitos de ángulos convergentes, vemos cuánto hemos tenido que caminar, cuantas cosas que saltarlas mientras tenían otra utilidad. Es una verdad asquerosa para estómagos duros, menos la soportaría quien pensimente con el culo en la silla. Bailando en la calle, saltando autos (caminata lunar), abriendo cinco o seis pestañas a la vez, llendo y viniendo en derivas magi(k)s.
Se trata de una experiencia por lo que estas palabras buscan un efecto (no importa lo demás), como lo que produce la criptografía. Ahora, ¿puede formar parte de este criptográma intensidades animales o insectoides que ningún libro puede dar? Hay que ser primero varios bichos, tener un cuerpo mutante para estar a la sombra de nuestro bosque. Allí vemos la selva aplastando la ciudad, nos damos cuenta que los bichos vitalizan el bosque, la mierda esta viva y es una con el fuego. Asi que el "fin del mundo" (humano, cual otro) no es nada para nosotros en la eternidad, es la muerte de otra ilusión, aquí en la infrahistoria, naturaleza sin escencia, hombre disuelto en ella, superado y suprimido, deforme positividad. La más alta potencia de la mierda (lo falso), compost. La civilización que muera nomás. Esta conjunción de flechas por distintos arqueros, esta transmutación, la de bonovo, es lo que llamamos ironiria.